sábado, 31 de enero de 2015

Hay jóvenes de 65 años

Siempre hablamos de la jubilación como algo inevitable, y en cierto modo es así: todos tendremos un momento en la vida en el que no podremos seguir trabajando por alguna razón, ya sea porque podemos optar por no hacerlo, porque nos “invitan” a dejarlo, porque estamos cansados…
Sin embargo hay quien se puede preguntar, ¿qué pasa si yo no quiero jubilarme y quiero seguir trabajando? Es decir, ¿por qué he de jubilarme si me siento ágil, mentalmente al 100%, tengo ilusión y muchas ganas de seguir? Posiblemente sean pocos los casos de este estilo, pero existen... uno de ellos es mi Padre...
Porque, como se decía en aquélla película española “hay jóvenes de 65 años, y viejos de 18″.

Seguir trabajando de forma obligatoria porque no nos alcance para vivir de la pensión y de nuestro ahorro privado puede ser algo negativo para muchas personas: las obligaciones son algo negativo. Impedir que alguien válido, con ilusión, ganas, experiencia y buena disposición para el trabajo, siga realizando su labor, es otra injusticia y del mismo calibre que la primera.

El problema de fondo es esa idea generalizada de que por encima de los 65 no valemos para nada.

Ya que la ley general de trabajo justifica tu despido... a los 65 por parte del estado y a los 70 por parte particular...

Yo simplemente lo llamo discriminación social, uno debería elegir si quiere o no quiere seguir trabajando...